miércoles, 22 de febrero de 2012

Bonsái de Alejandro Zambra


“Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura:…”

En palabras del autor:

¿Contar historias?  “la cantinela que siempre existe al escribir: ¿Para qué contar una historia? Uno se siente un poco ridículo escribiendo una novela, porque hay que inventar un narrador, entonces el lector tiene que entender que el narrador no es el autor, pero que se le parece en algo o no se le parece en nada. Uno siente la necesidad de ir construyendo verosímiles que en realidad no lo son tanto”.

Punto de partida: “alguien que prefería encerrarse a cuidar un bonsái en vez de escribir, en vez de vivir, porque entendía que ahí había una obra de arte verdadera”.

Pequeño y delicado como un bonsai. Fragmentos de desencanto ante la vida. Metáfora sobre la ficción y la experiencia real. Está justo al lado de los dos libritos de Agota Kristof en la estantería de la biblioteca y me decido a llevarlo a casa. Lecturas breves que a veces tanto agradezco. Está bien, pero no perdurará en mi memoria.


2 comentarios:

Conciencia Personal dijo...

ja, ja, eres genial..."Está bien, pero no perdurará en mi memoria".

Gracias por las letras. Te narraré mi acontecer.

besos, Monique.

LU dijo...

Monique, mi memoria es muy muy pequeñita, y para que algo se quede me tiene que dejar una huella mucho más profunda que este libro.

Biquiños